viernes, 28 de marzo de 2008

Pausa a la novela

DICCIONARIO ROCK CASTELLANO

Rock: Actitud rebelde e inconformista. Seguida de ignorancia o desconocimiento cultural importante.Bernardo Neustadt.
No-rock: Lo opuesto. Mariano Grondona.
Pop: Conformista, blando, semigay, Soldán.
Post-Rock: Borracho, pastillero/a. De voz ronca. Basile.
Pre-rock: Los callejeros. El punk.
Pseudo-rock: Tipo que araño la fama y el dinero, pero no llegó. Pete Best.
Glam: Gay, pintarrajeado. Amanerado, twisted sister y M.Jackson.
Heavy: Tener dolor de muelas y no ir al dentista.
Masoquista: Poligamia.
Rock nacional: Rock argentino. Argentino y peronista.
Música de la nueva era: Un tipo que dejo de ser heavy por ir al dentista, escucho esa música en la sala de espera del dentista. Paso anterior o posterior a volverse gay o glam.
Música étnica: El tipo que lo dejo la esposa, pero por suerte tiene plata y está al pedo. Ya se canso de Nazareth o Hendrix y por ahí hasta tiene un hijo.
Música alternativa: Adolescente que quiere escuchar música distinta a todo el mundo, pero tiene miedo de ser punk. Boludo que se pinta como una mina a ver si se le acerca alguna y que no le peguen en el colegio porque es raro.
Música disco: Joven frívolo que quiere enmantecar. Pero quiere creer que es más difícil de lo que le parece. Usar ropa de puto y bailar como tal. Ponerse mucho perfume. Saber bailar.
Cumbia: Musica colombiana; engendro musical argentino. Borracho, drogadicto, inculto e irresponsable. No prende bengalas porque no descubrió el fuego. Eslabón perdido entre el argentino actual y el europeo que descendió del barco.

martes, 25 de marzo de 2008

CAPÏTULO UNO (segunda parte

En ese momento el mundo se hundió para Ernesto. O quizás el sentía que se hundía en las profundidades de un mundo en el que no valía la pena vivir. Recordó sus dos úlnicas novias en un mundo en el que el sexo para los jóvenes de su edad era casi tan fácil como tomar una birra. Pero a el no le gustaba la cerveza. El prefería el té. ¿Cuánto tarda uno en tomar un té? Y además no daña al organismo. Una cerveza la toma cualquiera y se comparte con cualquier. Pero no quiero que se malinterprete la metáfora, porque a el le gustaban mucho las mujeres. Pero no quería una pequeña aventura y quedar enamorado como un tarado de alguien que no valiera la pena.
Hay que ser justo y resaltar el estado anímico de Ernesto M. Recurría dia por medio al consumo de ansilíticos. A su padre lo veía dos o tres veces al año. Solo cuando la circunstancias lo exigían. Era lo que el había anhelado desde muy pequeño. Pero ahora, ahora que ocurría esto que tanto deseaba en el fondo se sentía algo vacío. Es que… ¿está mal esperar algo así como un gesto de grandeza y reconciliación (aunque nunca hubieran peleado) de su propio padre? De a ratos se sentía un sorete fresquito y recién cagado. Y a usted lector: ¿le gusta tocar, oler, o estar cerca de la mierda recién sacada y humeante?
La reunión en la casa de Jorge, terminó al voleo como solía ocurrir casi todos los sábados. Esta vez (era raro) Ernesto M. fue el último en irse. Y tenía un motivo para hacerlo.
E.M.: yo quería hablarte de algo. Igual, en un rato ya me voy.
J.F.: No, dale decime. ¿Querés tomar algo?
E.M.: ¿Algo más todavía?
J.F.: En serio, ¿de que querías hablarme?
E.M.: Del trabajo, bah.. del sueldo.
J.F.: ¿Qué no te pagaron, te lo bajaron?
E.M.: Me pagaron y no me lo bajaron. Bah, por lo menos me aumentaron veinte pesos cuando empezó el año.
J.F: Eso, hay que ser positivo.
Pero no es un chiste. El diálogo se iba produciendo de este modo y Jorge estaba convencido de lo que decía. Ernesto se sentía ultrajado. Le costaba no reaccionar de mala manera.
E.M.: No, cobro muy poco.
J.F.: ¿Y con quién hablaste?
E.M.: Con recursos humanos. En Diciembre del año pasado habían prometido un aumento de 200, en Enero de 100 y bueno ahora estos 20.
J.F. : Si están todos boludeando, habla con el jefe.
E.M.: Con el jefe no puedo.
Es que el muy cabrón de Vicente Osvaldo Rozi, no permitía (previa orden dada a sus tres secretarias) que nadie se le acercara a hacerle ningún tipo de reclamo. Hacía más de un año habían bajado todos los sueldos del personal contratado. Ernesto M comenzaba a sentirse más disconforme con Fenández. Es que lo que de a poco iba a ir entendiendo es que “Don Fernández” en última instancia era prácticamente igual a su jefe. Por favor, mátices y anécdotas al margen.
J.F.: Y decime Ernestito, ¿vos cuanto cobrás?
E.M.: Yo, eh… 690 pesos.
J.F.: Eso es una mierda. ¿Pero vos que hacés?
E.M. : Yo, trabajar.
J.F. : Por supuesto, pero además de trabajar.
Eso era lo que más detestaba Ernesto M.- Simplemente sentía que estaba hablando con Vito Corleone. ¿Es que no cobraba un sueldo por trabajar? ¿Qué se suponía que tenía que hacer?
E.M.: No sé, no te entiendo.
J.F.: Me imagino que no está solo tu jefe como superior. Y además creo que vos estás mucho más preparado que algunos que ganan más que vos y ocupan algún cargo jerárquico.
Y esa manera tan particular (¿tal vez sin darse cuenta?) que tenía Jorge de humillar a los demás. O ese modo de intentar explicarlo todo con teorías erróneas, o premisas verdaderas; pero con conclusiones siempre falsas. Pero Ernesto M. estaba siendo muy terminante e injusto con alguien que alguna vez lo había ayudado. Pensemos que alguien tenía que tener la culpa de que Ernesto M. fuera un infeliz.
Iba caminando hacia su casa, posando sus ojos en alguna nalga inocente (o no tanto) o en un pecho escandaloso (o no tanto). Poseía un dolor interno casi desgarrador. No podía vivir de ese modo. No podía sentirse así. ¿Cuánto tiempo más tendría que soportar esa angustia? ¿Quién lo entendía? ¿Quién lo querría?
Quien no podía imaginar como se sentía Ernesto era Jorge. Para quien, justamente y a pesar de su juventud, era un pajero viejo. Don Jorge, se sentaría en un sillón como un burgués y sus tres hijos comodamente a v ver alguna película, mientras su esposa le preparaba la cena. Y no podía dejar de pensar el día en el que conoció al joven Ernesto. Todavía por esa época la madre de Ernesto M., Mónica esta perdidamente enamorada de Fernández. Fue en un local de la calle Moreno, pero voy a ser discreto y me reservo el resto de los datos.
¿Qué tal, este es tu hijo?
Sí.
Pero.. ¿Cuántos años tenés?
Doce, señor.
Guau. No, el señor está en el cielo, yo soy Jorge. Parecés mayor.
Sí, todo el tiempo me lo dicen.
Y era en esa incipiente democracia donde empezó a militar Ernesto M. Pero no pasaron muchos años más para que se transformara en un marxista con todas las letras. Pero seguía militando en ese partido. Y a veces, tenía miedo en ser como Jorge, o ser como su padre. A veces tenía miedo de ser. A veces, simplemente sentía miedo.
Lo que recordaba Jorge de Ernesto era un chico algo uraño y muy sensible. Fanático hasta la locura de San Lorenzo. Lo veía muy frágil. Y aunque para Ernesto nunca fuera algo claro, Jorge lo veía como a un hijo. Sentía tantas responsabilidades por este chico que hasta lo llevaba a ver a Boca casi tanto como a sus propios hijos. Lo más notable es el odio que venía incubando y el resentimiento hacia Fenández que Ernesto sentía databa de años. De hecho, ahora que no era un adolescente, lo veía como un hipócrita, mentiroso. Defensor de la Iglesia, la sociedad rural, los militares y otras sociedades retrogradas. ¿Y se decía a si mismo comunista? ¿y cuál era el problema si había tantos putos en las calles de Buenos Aires? ¿La culpa del mal funcionamiento del mundo era de las mujeres? Simplemente, sentía asco y odio. También impotencia por la diferencia de poder, clase y dinero. Creía que Jorge sentía que el debía rendirle pleistecia por haberlo conseguido un trabajo de dos mangos. ¿Pero a cuántos tipos con juicios por corrupción había acomodado con jugosos sueldos? Desde que tenía memoria lo recordaba como un tipo que contestaba una pregunta con otra pregunta, un tipo que siempre tenía razón. Que si no tenía razón, buscaba una chicana o un elemento lateral para desviar el tema. Aunque lo peor (para Ernesto M.) de todo era cuando recurría al chiste fácil y/o la humillación.
Mediante algún servicio en el ínterin, Fernández le había prometido a Mónica conseguirle un trabajo a su hijo cuando creciera. Para que pudiera estudiar mientras tanto. Pero en ese mientras tanto, Argentina estaba desapa- reciendo.
¿Qué hacés Ernesto?
Que hacés ma.
¿Hablaste con Jorge?
Sí, por supuesto.
¿Qué te dijo?
Ya sabés.
¿Pero,, escúchame? ¿¡Sos tarado o te hacés?!
Me dio a entender que tendría que hablar con alguien, que acomodarme con alguno.
¿Y el para que está? Ahora lo llamo.
¡No, no! Tenés razón, el esta para eso. Pero desde ahora en más no le pido más nada.

lunes, 17 de marzo de 2008

CAPITULO I (parte uno) - Reunión

- Che, inútil, ayuda con el feca –dijo Jorge.

Era raro que Ernesto M. contestara. Simplemente abandonaba sus pensamientos y sacaba las tasas, cucharas y el café.

-¡Pero escuchame! ¿No le desarmaron el equipo a San Lorenzo también? –dijo Martín mientras le tocaba la pierna derecha a Ernesto.
-TE Vi, … ¡¡Forro, forrazo!! Le tocás la pierna a este gilun.
-No, no pero igual River está muy por encima del resto. –aporto Claudio.

Dentro del caos, Roberto actuó:

-¡¡No rompan las bolas!! Si nosotros (en alusión a San Lorenzo) le ganábamos a Racing ya casi éramos campeones.
-Está bien, está bien . Pero no te olvides que le desarmaron el equipo. – Martín.
-¡Pero viejo! Les pasa a todos. –Roberto.
-Eso es cierto. En realidad las dos cosas lo son..

Alguien interrumpió a Ernesto M. No importaba quien o porque. Eran perdedores, resentidos aspirantes a borrachos. Algo lo desperto. Casi nunca hablaba. De hecho, cada vez que lo hacía se arrepentía de hacerlo. Siempre pensaba que peor era estar el sábado solo en su casa leyendo o mirando la televisión. Aunque era como cuando los chicos en el colegio prefieren ser maltratados o humillados antes que pasar desapercibidos y olvidados por todos. Que para un chico el colegio es el mundo. Para Ernesto estas reuniones eran algo similar. Similar a un colegio, ¿o similar al mundo? Divagaba cuando algo lo despertó.

-¿No vamos a hablar más de poítica? Eh, ¿vos zurdito?

Las agresiones eran constantes, y el “que era el pibe”, no podía comprender que era envidiado a causa de su juventud. Y se sentía muy solo. A pesar de estar acompañado.

Jorge Fernádez era ingeniero, había militado toda su vida en la UCA (Unión de Centro para Argentina). Se definía comunista, pero se comportaba y pensaba pragmáticamente como un reaccionario. Confundía la causa con la consecuencia. Había nacido el 16 de Julio de 1950. Tenía tres hijos y una mujer que se llamaba Susana. Pero se sentía feliz y pleno solo cuando estaba sin nadie de su familia cerca. Su esposa tenía seis años menos que el. Fanático de Boca y de las decadentes y sensacionalistas películas norteamericanas.

Martín era el personaje más simpático de la mesa. Era el único que no detestaba a las mujeres. Era histriónico y graciosos. Habitualmente estaba de buen humor y era muy optimista. Vivía en provincia y tenía siete años más que Jorge. Había estado afiliado al Pc, pero era muy crítico respecto a lo que había sido el experimento de la URSS. Tenía dos hijos de la edad de Ernesto M. La mayor vivía en España. La relación con su esposa nunca había sido buena.

Roberto era el más calentón y el más inteligente de todos ellos. Era hincha de San Lorenzo, y era por quien Ernesto tenía más simpatía y creía tener más cosas en común. Lo que ocurría era que antes de la irrupción de Ernesto en la mesa de los impresentables, era el más joven. Era remisero desde hacía muchos años, pero era aficionado a la música clásica, la ópera y el tango más ortodoxo. Estaba separado y tenía un hijo de cinco años. Había nacido en el 61. Y Claudio, su hermano mayor tenía un año más que Jorge. Dueño de un lubricentro. Alcohólico con todas las letras. Su relación con el dinero y con las mujeres eran caóticas. De hecho, había mantenido muchos años a su hermano menor, pero ahora no tenía casa propia. Su hija Daniela de siete años, no se le parecía en nada. Pero en fin, todos tenemos nuestras innumerables e incontables miserias..

Perdón por el necesario paréntesis. Vuelvo a Ernesto M. Tenía enormes problemas de concentración que lo obligaban a dejar la facultad, recinto al que concurría con la esperanza de conocer a alguna mujer.

-¿En dónde estás pibe? Escucháme, vos sos un intelectual. Lo defendes a Maradona. ¿Maradona es tu ídolo? –Martín.
-Sí – contestó Ernesto M. Las rencillas ubicaban un tema de conversación. El nunca lo elegía. Y cuando se manifestaba se sentía derrotado por unos o por otros.
-Deja, no sé. . ¡¡¿Para qué carajo lees tanto?!!

¿Cómo podría explicar lo que sentía? En un mundo de hipócritas, mentirosos, mediocres y farsantes, Diego Armando es auténtico. Inimitable, muy talentoso. Un tipo realmente envidiable en un país de envidiosos. Y claro, no es Lenin. No, porque no es contemporáneo. Cuando Ernesto M. tuvo un esguince estuvo más de un mes sin poder caminar. Otro mes en bastón y con el pie vendado, mientras que Maradona en el mundial de 1990 (en peor estado que el) le daba un gol hecho a Caniggia en los octavos de final. Cuando un país está plagado de incapaces e inconcientes emergía la figura de un tipo que, como decía Arrigo Sacchi: “no solo es capaz de hacer lo imposible, sino lo inimaginable”. Pero Ernesto M. no sabía expresarse correctamente, además no sería escuchado. Y si para un marxista esto no son argumentos… ¿Cuándo fueron más felices los italianos del sur que cuando Maradona jugó en el Nápoli?

Quizás Ernesto M. estaba más sensible que nunca y se sentía muy frustrado al ser un oficinista de 26 años con un gran caudal intelectual. Además creía (y no se equivocaba) que su honestidad, su humildad, su trans- parencia y franqueza le jugaban en contra. Pero no solo en el trabajo, sino en toda su vida. A lo largo de toda la historia de su vida. Habría que sumar su tendencia a pasar desapercibido en muchas circunstancias.

-Yo no sé como son las mujeres, -Jorge.
-Necesitan afecto y contención - Martín.
-El problema de las mujeres empezó en la década del 60. Con la famosa “liberación femenina”. Y nosotros somos los principales responsables. Porque claro, vemos una mina en minifalda y nos gusta. Pero fuímos nosotros como hombres que fuimos perdiendo el control, el poder -Jorge.
-Una locura. Sin tener en cuenta los derechos de las minorías, la democratización de la sociedad o los hombres que al morir en las guerras obligaban a las mujeres a trabajar.
-¡¡No, no!! No saben lo que quieren. – dijo Claudio.
-Y cuando lo saben, lo reprimen, - dijo con firmeza y desición Ernesto M.
-Pero, ¡¿qué sabés vos?! Vos le tenés miedo a las mujeres -dijo Martín señalando con el dedo índice a Ernesto M.

miércoles, 12 de marzo de 2008

UN BOLUDO FRENTE A USA

Hagamos un arreglo me dijeron.
Yo me hago el boludo.
Vos hacés de cuenta que yo soy boludo.
Pero me dan algo.
Me dejan un vuelto. Un pequeño billete. El cambio.
Un poco.
Si la limosna fuera grande, no habría santos.
Un poco menos de lo que me corresponde. A cambio no le dan nada a mi vecino y tampoco le dan nada al tipo de la otra cuadra. Pero por manzana se que le dan algo a alguno. Como a mi. A mi me la dan.
El problema es que te llevas lo que nos corresponde a todos. Y de cualquier manera estamos muertos. Bah, están. Yo todavía safo con ese cachito tan chiquito de plusvalía que me queda.
Si alguien quiere levantar la cabeza se lo invade. Si no se lo invade, se lo convence. Si no se lo convence, se lo compra. Si no, sufrirá un accidente. Pero antes de morir, dunga
Dunga –no el jugador- y le sacamos el petróleo, el gas, la merca o el agua.
El accidente y el error de nuestra historia es no cortarla de una vez con ustedes. Es de una vez dejar a su gobierno en evidencia frente a su pueblo. Es demostrar y dejar en evidencia que a medida que un país tiene más riquezas, más desdichado será.
No importa si me afanan, me secuestran. No importa si a un chico se le cae en la cabeza un cacho de mampostería de un colegio. O si sobrevive para asaltarme y matarme. No importa si los trenes no andan y los colectivos nos pisan. O si los trenes pisan a los colectivos en los que viajamos. No importa que aumente, el gas, la carne, la luz. Tampoco que no hayamos recuperado el poder adquisitivo –lo dijo mi presidenta- que nunca tuvimos.
Pero ahora no importa, porque yo firme el documento que dice que tengo que seguir haciéndome el boludo.
Publicado por Jean Paul
IMPORTANTE: Ya registre la novela. Primera entrega el martes 18. Ya sabes, pasala.

viernes, 7 de marzo de 2008

Dogma, Doctrina y Antropología

Buenas Tardes ante todo. Hoy intentaré darles los primeros resultados del arduo trabajo desempeñado por nuestro equipo de antropólogos respecto de lo sucedido con esta civilización tan distante de nosotros en tiempo y espacio. Al menos intentaré hacer una aproximación de lo que creemos pudo haber llegado a pasar en los últimos tiempos.

La Iglesia estuvo durante años tambaleando por errores del pasado y la gente se cansó de tener que cumplir con los lineamientos que le imponían por una liturgia antiquísima en la que nadie creía a ciencia cierta ya. Pero cada vez que las cosas no funcionaban como ellos querían, a ese sistema nuevamente recurrían. Hasta que de a poco, fueron migrando a otros grupos con promesas de soluciones inmediatas, quienes les aseguraban prestarles atención y brindarles la solución que ellos querían escuchar, sin importar si era la correspondiente.

La ausencia de valores se fue ampliando como una epidemia, hasta que un día apareció un monje extraño, con aires de sabio, quien le echaba la culpa de lo sucedido con la descreencia del pueblo a los monjes del pasado, quienes habían usado el nombre del fundador para fines muy poco alineados con los dogmas originales.

Había integrado la antigua Iglesia y fue uno de sus máximos devotos, aunque la había traicionado reiteradas veces sin importar como quedaría ante los ojos de su fundador.

Un buen día quiso acceder al trono máximo, pero no tenía en consenso de los cardenales. Fundó su propia religión, como una supuesta corriente renovadora de la Iglesia. Y llegó al poder.

Nadie creyó en un principio que este hombre tuviera los ideales de la casa que lo cobijó por primera vez. Sin embargo, la nueva colonización lo llevó a convencer hasta el último de los devotos de la Iglesia de que él era el camino y el elegido por el fundador. Los conversos llegaron de todos lados. Incluso muchos Cardenales se rebautizaron en la nueva creencia. Algunos por conveniencia, otros porque no les quedaba otra, pocos por convicciones, pero a nadie le importaba ya. Ni a ellos mismos.

Un buen día dio vuelta todo. Así como había renegado de sus orígenes, se olvidó de su secta y quiso refundar la Iglesia que él había confinado en el olvido. La gente contenta por los favores recibidos, festejó el comienzo de la nueva era.

Que sucedió después, cómo llegó el final de todo esto, no lo sabemos.

Algún día nuestro equipo de trabajo podrá describir qué fue lo que pasó.

Bruno

miércoles, 5 de marzo de 2008

PROMOCIÓN POÉTICA (SE VIENE LA NOVELA)

Un saludo.
Dos saludos.
Otro más y serán tres.
Y no hay dos sin tres. Ni tres sin un dos.
Parece que solo te lo dan por suscripción.
Veni. Agachate que yo te suscribo.
Y si no te suscribis, agachate igual.
¿Qué no estás suscripta? Bueno linda, no importa.
Si te la damos igual.
¿Cuándo y por dónde?
Ya te va a llegar. Ya te la vamos a dar.
Que tu esposo siga mirando el partido.
¿Y no te abonaste?
Nosotros te abonamos.
No, preciosa. La instalación es gratuita.
Claro, claro. No, no.
Es todo por una clienta que está al día.
Además lo hacemos por que nos gusta.
¿Tenés otra boca? ¿Es de tu hermana?
Llevamos dos personas más y le hacemos un descuento.
Seguro que te hacemos precio. Escuchame:
¿por dónde te entra el cable?
Entiendo. No, no me río.
Tu marido no te lo pudo poner.
Ahora voy yo y te la pongo a vos, al perro y a tu hermana.

Paciencia porque en menos de diez días publicamos la novela por capítulos.