martes, 15 de abril de 2008

CAPITULO TRES (desamistad)

CAPÍTULO III

Fabián: ¡Hola mi amor! Adelante, por favor.
Carlos: Welcome to the Jaguar house.
F: ¿Te acordás? Bienvenido a la casa del placer.
C: Te acordás hermano que tiempos aquellos.
F: ¿Eso es un tango?
C: Sí, bienvenuti a la casa del placer y la tolerancia.
Mientras subían las escaleras, seguía esta rarísima conversación entre estos muchachos-
F: Placer y tolerancia. Un buen slogan.
C: Cero, pero tolerancia cero.
F: Tolerancia cero. Pero para los pobres.
C: Es la idea mi amigo.
F: Al menos mantengamos el cero en nuestro arco.
C: ¿Qué se cuenta Don Fabián?
F: No sé, pero últimamente duermo al palo.
C: ¿y eso, a que viene?
F: A que me lo soluciones,…
C: Maricón de mierda.
Era así. Fabián tenía un trabajo de mierda a pesar de haberse recibido recientemente de antropólogo. El “ravi” Carlos se dedicaba a hacer trabajos por encargo en la computadora. Ganaba aceptablemente, vivía muy cómodo con sus padres y se dedicaba a darle consejo a sus amigos en su tiempo libre. En realidad solo creían ser grandes amigos. No lo eran porque se conocían hacía menos de tres años. Los había presentado un amigo en común; Leandro. Como muchas otras veces, una historia en común. O varias juntados por algún designio y durante determinado tiempo.
Tres es un asentamiento. Tres es impar. Supuestamente, es el número de la santísima trinidad. Y hasta para los temas religiosos siempre eran dos contra uno, o uno contra dos. Con el transcurso del tiempo, Leandro fue considerado como un bocón engreído que los humillaba en público y hasta en privado también. Un tipo bastante miserable que disfrutaba con el sufrimiento y la desgracia ajena.
C: ¿Qué hacés pajaman?
F: ¡No! Te vas a reír, pero la que más me dolió fue la del olor.
C: Porque vos le habías contado lo de una boliviana..
F: Claro. Exacto. Yo le había contado eso de que una vez me subí a un bondi y una bolita roñosa dice: “Uy que baranda,” porque yo me senté al lado.
C: Eso. Y el te hizo lo mismo en un colectivo.
F: Eso. ¡¡Hijo de mil puta!!
La casa del Ravi era el caos organizado en su máxima expresión. Como un instituto Di Tella del año 2000. La habitación con una pared roja y las otras tres naranjas. El techo blanco. Un artefacto que funcionaba como estufa o como aire acondicionado. Pero no ambas cosas al mismo tiempo. Un sobre vacío,, una foto del abuelo, de los padres, de un perro, una zapatilla, un cuadrito con pescaditos de colores llamativos. Un armario con libros de ciencia, libros de literatura infantil o de política internacional. Adornos que tendrían alrededor de veinte años. Un banderín pequeño con los cinco grandes del fútbol argentino. Otro más grande de Huracán. Compactos por un lado, casettes por otro y hasta algún vinilo. Alguna aspirina, antiinflamatorio o algo contra la alergia encima de la computadora; que nunca descansaba. Un mapa de Europa del siglo XVIII. El piso siempre limpio y una remera de algún equipo brasilero arriba de la cama sin hacer. Un pote de helado vacío. Un teléfono descompuesto, y otro que se encendía si alguien llamaba pero que casi nunca sonaba.
F: ¿Y tu vieja, no te dice nada? Lo único que me gusta es el techo blanco de la habitación. Pero hijo de puta, ahora pintaste de naranja.
C: Mira Fabián, vos estás muy estructurado. No podés vivir así. Se te está q ue mando el bocho. No, no me mires así.. vos sabés que cada uno está en la situación que quiere y le convien..
F: A ver, ¡no! Desde cuando uno está en la posición que le conviene o quiere.
C: ¿Y cómo es?
F: No, a nivel personal podés tener algo de razón. Pero en cuanto a trabajo ni por las chapas.
C: Por eso, ¿cuál es tu miedo más grande?
F: Ya sabés, no jodás.
C: Bueno, es que te deje tu novia.
F: ¿Vos no tenés miedo?
C: Creo que sí, pero lo normal. Ahora ¿Dónde está tu novia?
F: No sé, bah.. calculo que con el amante.
C: Ves ahí está lo que te digo.
F: ¿Dónde, dónde está? ¿Dime quién me lo robo?
C: Hacés un chiste de todo y con todo para sacarte la presión.
F: Está prohibido, ¿desde cuándo?
C: Pero no entendés un choto viejo.
F :Que no es lo mismo que un viejo choto.
C: Y de vuelta con lo mismo ¡¡¡No me toques el culo!!!
F: Por favor, tenés algo de razón. Pero creo que en el fondo sigo sin entenderte.
C: ¿Vos no decís que las cosas no andan bien?
F: Por dónde empiezo.
C: Decíme.
F: Es que te digo que percibo que no andan bien.
C: ¿En que, se más claro?
F: Y… hay muchos indicios. Caras, gestos y otras actitudes nuevas. Bah, por ahí desconocidas.
C: Vamos, decílo.
F: Tengo miedo que me deje.
C: ¿Y?
F: Me hace mierda.
C: Sí, y..
F: Voy a sufrir como creo que no lo merezco. No voy a querer ver a una mina ni de lejos. No voy a saludar ni a mi vieja.
C: Parece un tango.
F: El argentino es un tango. Somos eso, che.
C: Bueno, y .. ¿para coger tampoco estarías con una mina?
F: Con tu vieja.
C: ¡Ah, bueno! Escuchame bien..
F: Que ya sé, tenés la solución para todo. Tenés la respuesta a todos los problemas del mundo. Yo ahora tengo una solución brillante. Ahora que se puede nos casamos (por las dudas te aclaro que seguimos siendo solo amigos) y cada uno la pone por su lado. Si es con una mujer, mejor. ¿No?
C :No boludazo, conozco un flaco que se llama Ariel.
F: Sí, ¿y cuánto gana?
C: Parece que es lo único que te importa.
F: No, no es tan así.
C: ¿Yo cuanto gano?
F: No se, sos mi amigo.
C: Ah., menos mal. La primera respuesta decente.
F: Decíme cuanto gana.
C: Eso no tiene nada que ver.
F: Dale, dale ¡¡decíme cuánto le pagan!!
C: ¡¡No boludazo!! Creo que le pagan más de diez mil pesos.
F: Ah, y ¿Qué querés?
C: Pero boludazo, no sabés que voy a decir.
F: No, pero te conozco y me imagino.
C: Estás insoportable. Parecés una mina.
F: ¿Tan loco estoy?
C: ¿Me vas a dejar hablar sin interrumpir una puta vez? Te digo que el flaco es un maestro que la tiene re-clara. Escucha bien.
A veces era peor que los gritos cuando uno de los dos bajaba la voz e intentaba calmar los ánimos. De hecho, con una mezcla de odio o bronca con impotencia, Fabián masticaba sus sentimientos y escuchaba a su amigo Carlos como tantas otras veces.
F: ¿Te acordás cuando trabaja en el abasto? Había un tipo que cobraba 350 pesos por mes.
C: Sí, y vos también.
F: Tres veces menos que lo que me pagan a mi.
C: ¿Y cómo vivía?
F: ¿Podía vivir encima?
C: ¿Cómo vivía? Se compraba las sobras del pollo o lo más barato de la carne, algo de arroz. Todo eso por seis pesos. Pan viejo, queso baratísimo y mortadela. En total andaba por los diez pesos. ¡¡Con eso comía cuatro o cinco días enteros!! ¿Entendés como es la cosa?
F: Pero eso es una boludez. Y no tiene nada que ver con tu amigo ese.
C: Ahí fallas. Ahí está tu error. Vos no podés entenderme. Lo que no podés entender es que si tuvieras la necesidad de hacerlo y tu situación económica fuera tan, tan…
F: ¿apremiante?
C: Muy bien, eso. Si fuera tan angustiante y desesperante como vos decís insistentemente y todo el tiempo harías algo así. Pero igual Fabián me desconcentrás, no es adónde iba.
F: ¿Adónde ibas?
C: Hay un flaco en mi trabajo. Que si en parte lo que decís vos es verdad. Porque gana una fortuna. Pero es el único tipo que gana esa guita y vive no obsesionado, angustiado o corriendo para todos lados. Por lo menos de los que yo conozco a ese nivel. Ahora mira: esta con una pendeja que está bárbara. Tiene 23, veinte menos que el y… ¡¡¿sabés lo que dice?!!
F: Que es cornudo.
C: Más o menos. Dice que la mina más tarde o temprano lo va a dejar, pero el lo tiente asumido, y reconoce que va a sufrir. Y me lo dijo textual. Lo sabe, pero dice: “¿para que preocuparse ahora si llueve mañana? Mirá si cuando salgo del trabajo me pisa un auto”. Ah, va a hacer una fiesta y te va a gustar, tendrías que venir.
F: Por ahí tenés razón… ¡Mira que gol tan boludo!
C: Sí, que pajero. ¿Te interesa el partido?
F: Y,.. tres a uno.
C: Ñewell`s – Lanús.
F: Apagalo.
C: Dale trolo, toma. Esta es la tarjeta.
Esta tarjeta de mierda. Solo le pude decir: -Bueno está bien.- El ravi me hizo uno de sus típicos gestos tan particulares y me insistió en que no fuera con mi novia. Me abrió la puerta y me comentó algo sobre este tipo. Me dijo que se llamaba Ariel Baues. Era la primera vez que escuchaba ese apellido. Y lo que me llamo la atención fue que no tuviera auto. Su madre había dejado la bolsa de basura con la nota de siempre. Decía que era un “vruto hignorante.” Que “sus amigos (yo, por supuesto también) eramos un dezastre.” En realidad, creo que a pesar de su pretendida y pretenciosa indiferencia le dolía mucho.
De hecho, una vez me contó que la madre le había dicho que se había arrepentido de tenerlo. Y en eso casi siempre pienso cuando camino las veinte cuadras que separan nuestras casas. Que mina loca. Loca y mala. No se que es peor.
Igual: ¿yo soy tan estructurado? ¿Realmente es un problema que me sienta así? Otra vez más. Ahora que no debería pasarme más nada se queda Silvana sin trabajo. Y yo soy una mierda. Que lindo perro. Que raro, parece un ovejero. ¿Cómo hay tantos perros sin dueño? Que flaco, ese bicho pasa hambre. Pensar que ella me va a querer más. No, no no es eso. Tiene razón el ravi. Es pensar que me va a necesitar más, porque está un poco peor que antes. Que sorete. Es la nueva moda. Hace treinta años no era así. ¿O la gente creía que no era así y solo eran aventureros y no revolucionarios? Siempre egoístas todos y pensando en nuestro propio y exclusivo interés. No, si hago la revolución lo hago para mitigar mi culpa o porque no quiero ver al prójimo su friendo. No, no. El ravi también se equivoca. Nadie hace todo por si mismo y para si mismo. Quizás nuestra generación. O como mierda se diga. De cualquier modo cada uno es dueño, amo y señor de sus propias miserias. Y yo las mías no las comparto ni con los amigos. El ravi me conoce tanto.
“¿Qué hacés pajaman?” Que culo ese flaco. Encima había cuatro minas al lado nuestro. Estábamos haciendo la cola, ¿para que carajo era? Era un teatro. El Margarita Xirgú. Debería ser en San Telmo. Lindo ese barrio. ¿Quién era esa mina? Cuántos baches culturales que tengo. Bah, todos los tenemos. Como no voy a tener baches culturales si tengo que cargar, descargar y llevar sobres de mierda para gente de mierda a gente de mierda en un mundo de mierda. ¿Qué carajo hace una flor o una bella mujer en un mundo como este? Le cambia el olor. ¿Nos engañan? ¿O nos muestran que otra cosa es posible? ¿Yo seré una especie de papel higiénico (barato)?
No, si encima soy hincha de Racing. Y bueno, mucho peor lo de Carlos ravi que es de Huracán. Y Ernesto M. ¡¡Cómo lloraba cuando el cuervo salió campeón!! Claro, si eran veinte años. Como no iba a llorar, pobre. Creo que yo lloré más cuando salimos campeones. ¿Será una boludez? No, no. En eso el ravi vuelve a tener razón: Lo que nos conmueve no puede ser nunca una boludez. Quizás tampoco una obra de arte. O una obra de orto. O un orto y punto.
Pero que locura, para que carajo lo llame yo a Leandro el año pasado si en el fondo seguía siendo igual. Bah, todas las personas son iguales. Iguales a si mismas. Debe ser como dice mi vieja: “la esencia de las personas nunca cambia.” Cuatro cuadras menos. Bueno, algo es algo.
Y lo único que se es que el ser humano es el único animal capaz de fabricar una piedra después de haber tropezado dos veces con ella. Y la tercera, la tercera vez que le ocurre le hecha la culpa a la piedra. ¡Piedra de mierda! Porque una piedra es un garrón, pero una piedra sintética es el colmo de la estupidez y la maldad. Y después la tiramos. La hacemos para lastimar al prójimo.
Lo único que se es que no quiero vivir en un mundo donde haya perros que se mueran de hambre y nadie los quiera. Pero.. ¿ese ..? ¿es o no es?

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Ahora tenemos una trama de relaciones privadas como reverso de las públicas de los capítulos anteriores. Y los seres son igual de miserables acá. Muy bueno. "Los argentinos son un tango". Genial definición.
Venga el próximo, venga.
Abrazo

Anónimo dijo...

aaaarghhhh la compu me falla. coincido con el zombie de los argentinos son un tango es bastante bueno. Y la parte de la piedra yel hombre también...claro! somo el único animal en este planeta, tan testarudo, creativo y mierda. Abrzo.

Nicolás Lucca dijo...

Ah! Me había perdido de algo en la vida. Acaso usted pretende vivir del sueldo? Acaso usted pretende tener vida?

Muy buen capítulo.

Jean Paul dijo...

Y.. si, pero comento una infidencia. O comento que cometí.. pense en dos amigos e intente hablar y pensar por ellos. El resto de la novela variara y será mejor o peor, mas seguro distinta.
Gracias

Claude dijo...

Cuanto uno tropieza con una piedra no tiene que dejarla donde estaba, porque ése es el camino de uno y uno va a volver a pasar: tiene que arrojarla al camino de los otros, para que ellos tropiecen dos veces con piedras distintas.
Y yo tampoco quiero vivir en un mundo con perros que sufren.