sábado, 29 de diciembre de 2007

Primer Ideario

-Cuidado con el cordón. Bueno te decía, la idea es medio loca. Va el cartonero por la calle y mete cosas en su carrito. ¿Está bien? De todo. Todo lo que te imagines.
-¡Que hijo de puta!
-¿El cartonero?
-¡No el delincuente ese! ¿No viste como cruzó? Bueno, me decías.
-Sigo. El carrito parece infinito. Llega a un semáforo X. Allí, en esa esquina mete a la clase media en su carrito. O mejor dicho, a un tipo que la representa.
-¿Cómo sería ese tipo?
-No sé, ponele que vista un traje medio percutido de no poder cambiarlo por otro, con cara de cansado. O tal vez de overol, con las manos gastadas de tanto trabajar.
-Estereotipos.
-Y si, hoy por hoy si no usas ese estereotipo, no reconocerías un representante de la clase media.
-Claro, los adinerados se visten como pobres y éstos empeñan lo que no tienen para vestirse como ricos.
-Claaaro. Bueno, días después le vende el carrito con el tipo adentro, a otra persona que tiene una remera de U.S.A.
-Que representaría a los yankis...
-O a la oligarquía, al imperialismo. ¿Aburro?
-No. no. Me gusta. Seguí.
-Ta. El supuesto yanquee le da mucha, pero muuucha plata.
-Estaba muy interesado.
-Evidentemente. El cartonero se baña, se afeita, se cambia la ropa. Cambia su vida tanto, tanto que se hasta se compra un auto. Y ahora está el problema del final.
-¿No lo tenés?
-Tengo una idea en el aire, pero no lo escribí.
-¡¡Contala!!
-¿Me marcas el sexto piso por favor? Gracias. Un día cualquiera, meses después, el burgues, que antes era cartonero, va en su nave con ruedas y vidrios polarizados. Llega al semáforo X, ¿te acordás?
-Perfectamente.
-Bueno al llegar al semáforo mira el carrito del cartonero que esta a su lado y se da cuenta que va a terminar como el otro burgués. O sea, más tarde o más temprano..
-Dentro del changuito de algún cartonero...
-Como el resto de la clase media.
-Como todos...
-Que se yo, puede ser. A no ser que transes nuevamente.
-Bueno, pero ahí llegaste a un ciclo. Un pobre obtiene mayor poder adquisitivo, para luego volverse pobre nuevamente.
-Si, no lo había visto desde ese punto de vista, pero podría ser tranquilamente.
-¿Y todos bajo la supervisión de un hombre parado en un semáforo que vende oportunidades sin futuro?
-Bajo acá. No sé, fijate.
-¡Pero es tu idea!
-¿Y?

Jean Paul & Bruno (como no podía ser de otra manera, sobre una idea de Jean Paul)

viernes, 23 de noviembre de 2007

Su Visión del Mundo

Salió de su casa temprano, no tenía ganas de compartir el desayuno. En realidad nunca tenía ganas. Prefería estar en cualquier lado antes que quedarse en su casa y tener que soportar los mismos cuestionamientos de siempre.

Subió a su coche y se dirigió a su trabajo, donde si lo trataban como corresponde, como se merece un hombre de importancia. Lo que no podía lograr en su hogar, lo conseguía sin esfuerzo. Porque a gente de su alcurnia obtenida a fuerza de maximización de recursos y delegación de las responsabilidades familiares, se lo respeta. Al menos en este lado del Universo.

Sentado en su vehículo de lujo, con sus vidrios más negros que los neumáticos, esperaba a que el semáforo le diera permiso para cruzar esa avenida donde chicos que venden cuadernos pretenden interrumpir la tranquilidad del acondicionador de aire y música new age. Ahí estaba, solo pensando en qué iba a hacer para que pase rápido el día.

Es que la rutina lo agobiaba. Sabía a que hora llegaba a su empleo; cuánto tardaban en traerle su cortado con 3 de grasa; a la hora en que se iniciaban esas reuniones vacías de contenidos, simplemente para justificar los salarios de quienes participaban de ellas. Daba lo mismo que estuviera él o su mascota, el resultado iba ser igual. Un acta que nadie cumplirá. Excepto sus empleados, obviamente, que para no romper con la costumbre, no participaron de la reunión.

El sentido de la vida se le iba agotando más cuando mejores cosas adquiría, ya no le quedaba otra opción que esperar a que salga algo nuevo para ostentar. Ante quién, no importa, lo único que interesa es si lo desean.

Qué tenía que venir a reclamar su mujer si tenía todo lo que una esposa pudiera anhelar. Y sucedió que un día ella empezó a exigirle presencia, tiempo, cosas que evidentemente no se pueden comprar, y que en su concepción obtusa de la satisfacción no tenía clasificación alguna para encuadrarla.

Seguramente se hubiera sentido conforme cuando ya habían comprado la casa. Sin embargo él siguió buscando más como si se tratara de una competencia con su propio ego, el cual a su vez se alimentaba de los logros obtenidos, entrando en un círculo del que nunca pudo salir. Y así entendía la vida, todo y todos tienen un precio, y el que dice que no lo tiene es porque todavía no lo ha encontrado.

La última meta que se propuso, la había cruzado hacía años ya, y como premio lo único que obtuvo fue un pasaje al vació espiritual, el más difícil de llenar. No tenía como justificar ese sentimiento que lo carcomía y corroía por dentro. Se negaba a llamarlo por su nombre. No podía ser que él, justo él que tan bien le iba en la vida tuviera ese sentimiento que se supone deberían de tener sus empleados. No él. Él no podía sentirse así, no podía experimentar aquella ausencia de vida...la infelicidad.

Alrededor del mediodía decidió hacer algo que finalizara con el tedio cotidiano. Le vino de repente, al igual que todos los días, la misma idea. Si, eso iba a hacer. Lo necesitaba, lo pensaba hace meses, lo deseaba con todas sus ganas. O no, no sabía bien a esta altura que deseaba y que no. La sensación de deseo había quedado tan reducida que ya no recordaba cómo era. Todo lo que su mente materialista pudiera imaginar, lo obtenía. Tenía tan poca proyección que sus fantasías se limitaban solo a objetos adquiribles, y así veía al mundo.

Esto tenía que funcionar, si señor, esto le iba a dar una pizca de sal a su vida. O a su día. Bueno, al menos que corte la jornada.

Finalmente, se decidió, levantó el teléfono y llamo a su secretaria.

-Señor, me llamó.
-Si, tomá, andá al kiosco o a la farmacia, donde quieras, y traete una caja de preservativos.
-eeeeehhh, perdón señor, ¿Qué traigo?
-Una caja de preservativos.
-......esteee.....está bien......¿Alguno en particular?
-Sí, el que te resulte más cómodo a vos......

lunes, 12 de noviembre de 2007

Ernesto M.

-En el ascensor no.
-Dale, dejate de joder. ¿Cuál es la diferencia?
-Y,¿si nos ven los vecinos?
-Invitalos a ellos también -dijo Ernesto M., mientras acariciaba uno de los pechos de Valeria-
-Para. Para un poco. Todavía no te saqués la ropa.
-Que payaso estás loco. Si igual me la voy a tener que sacar.
-Y ... ¿Cómo estás? Bien, ¿no?
-Ahora si. Pero te extrañe. ¿Te molesta?
-No, no eso no me molesta. Para nada.
-Estás muy linda. Che, ¿seguro que estás bien?
-Seguro, seguro.
-Sos hermosa, ¿No te casas conmigo, VA-LE-RIA?
-No digas mi nombre, acá no lo saben.
-¿Qué, nos están filmando?
-No, pero nos pueden escuchar.
-No me digas que hay alguiendentro de la habitación...
-Igual, nos pueden escuchar.

Y era cierto porque en la pieza adyacente se oían gritos, ¿eran de placer?
-No te rías, esto es algo serio.
-Pero también, me haces unas caras.
-Y tu hija, ¿Cómo está?
-Mirá qué momento para decírmelo. Cuidado con el forro.
-¿Qué pasa conmigo?

Valeria apenas podía contener la risa.

-¿Tenés miedo de tener otro chico?
-No lo digas, ni en chiste.
-Va a ser pobre, pero se va a divertir.
-No, no digas eso. Además, yo soy aburrida.
-¿Aburrida? Yo me divierto bastante, ¿Te gusta estar conmigo? Dale, mentime un poco loca.
-Estoy bien, ya te dije.
-¡Escuchá! Escuchá ese acorde.
-¿Me hablás en serio? ¿Qué acorde? ¿Estás escuchando esta canción?
-Algo. ¿Te lastimo?
-Ya te dije que no, ¿Vos, te duele?
-No me cargues. ¿No te casás conmigo? No vuelvo a insistir.
-Me haces reír, sos guacho.
-¿No te gusta reírte?
-A veces.
-¿Hoy?
-Hoy, con vos, si.

Pasaron alrededor de cincuenta minutos hasta que Ernesto M. pudiera terminar con la faena. Se sentía muy cómodo con Valeria. Ella se acostó sobre su pecho. Acariciaba su cara, su cuello, su brazo izquierdo. Ernesto M. estaba mejor que nunca. Por un momento sentía paz. Deseaba que ese momento fuera eterno. El sexo lo cansaba, hasta se podía aburrir. Pero ese momento era increíble, quizás porque la relación había sido muy buena.

Pero ahora, haciendo un esfuerzo le dijo:

-¿No te doy mi teléfono?
-No, hum.. ¿no tenés novia?
-No, ya lo sabes.
-No, no entiendo. Es raro; será porque no querés.
-Andate a cagar.

En ese momento comenzó a vestirse. Y esa era la única pregunta que descolocaba a Ernesto M.

-Vení, abrazame, son todas iguales.
-Que loco, pasame la bombacha.
-Ahora, no me das bola. Te sacaste las ganas. No vengo mas.
-Dale que nos pasamos del tiempo.

Bajo solo el ascensor, salió a la calle de mejor humor y prendió un cigarrillo.

Negro como el Petróleo

Y lo vi a Rocinante nadando en Nueva Orleans.

Se lo querian comer unos negros.

Hablaban en ingles en una region que le pertenecia a Mejico. Tambien gritan los tuyos, tambien gritan los suyos y los yuyos que había pisado el caballo.

El presidente yanqui debia estar ocupado con Dulcinea.

Como decia Galeano: "Hoy bush se levanto con ganas de tomar petroleo".

Pero en el sur de su pais, lo único negro eran las personas.

No fue un viento terrorista, ni un torbellino musulman, no fue un Dios Marxista-Leninista ni la union europea.

Por ahí fueron los molinos de viento.

miércoles, 31 de octubre de 2007

Conciencia

Estimado Compañero de Vida:

Yo no me olvido de vos.
Nunca me olvido de vos, por más que no quieras escucharme ni verme.
Yo sé que te escondes de mí, pero no te das cuenta que por más que te guardes abajo de la cama yo sé que estas ahí.
Y sabes bien que yo sé.
Sabes muy bien que yo sé todo lo que hiciste y haces, lo que dijiste y decís, lo que pensaste y pensás, lo que sentiste y lo que sentís ahora mismo.
Siempre te veo, siempre.
Entendelo.
Yo se a que te dedicas y se que no te gusta.
Sé con quién estas y que tampoco sos feliz.
Hasta sé que a esta altura tampoco te importa si es feliz con vos. Que seguís a su lado por inercia. Que nada te conmueve y ahora pensas que nunca te conmovió, solo es una excusa para no estar solo.
Más de una vez sentiste crecer dentro tuyo instintos asesinos hacia el primer humanoide que se aproxime con ánimo de joder.
Se todos los errores que cometiste. Los conozco bien y los tengo contados uno por uno.
Porque yo estoy. Siempre estoy, todo lo se.
Aunque te escapes de mí y te vayas a miles de kilómetros, cuando llegues allí me encontrarás.
No tenés lugar donde ir sin que yo lo sepa. Y por más que trates de no escucharme, tarde o temprano me prestás atención. Siempre.
Me escuchas un rato, te mortificas, prometes no volver a hacer las cosas en las que te equivocás y que vas a cambiar.
Al poco tiempo te olvidás, porque no me escuchas, porque no me ves, porque pensás que no estoy, que no te veo.
Pero te equivocás.
Te repito, Siempre, ¿me escuchás? SIEMPRE estoy.
Seguí ignorándome en cada acción que hagas, sé muy bien donde golpearte, en cual momento atacarte. Porque eso es lo que pensas de mí. Que te ataco.
Cuando estés a solas, bien a solas, ahí te voy a agarrar y vas a sufrir.
Parece que te gusta sufrir, si no me escucharías.
A medida que vayan pasando los años va a ser peor.
Todo lo anoto con suma paciencia, porque nadie me apura.
Y te puedo asegurar que tu cuenta ya es sumamente abultada.
En algún momento te la llevo personalmente.
No importa cuando, no preguntes, tiempo es lo que me sobra.
A vos no.

martes, 30 de octubre de 2007

De Gatos y Nieve

El partido ha exterminado a todos los gatos –decía el informativo.

Ilich lo sabía muy bien. Pensaba en cuanto le gustaban estos animales. Ya tenía claro que no se veían gatos en la capital de Escropenia. No hacía falta escucharlo en esta vieja televisión en blanco y negro.

Continúa nevando aquí en Barzarahak...-

-Menos mal que la televisión me tiene informado- pensaba Ilich.

Y en este día, nuestra patria celebra...-

En ese momento apagó el artefacto. Miró el cuarto en el que vivía. Amplio, blanco y limpio. Muebles marrones y verde oscuro. Nada contaminaba el ambiente. Ni los cuadros escapaban de esa imagen sepia, anacrónica y tediosa. A pesar de las dimensiones y las relativas comodidades del cuarto, el seguía angustiado. Fue al baño. Se miró al espejo, y comprobó que era una excusa para dejar su cuarto.

-¡Está mierda en la que vivo! Se horrorizó pensando que alguien podía estar escuchándolo.

Y de hecho, era de ese modo. Pero, a ningún servicio de inteligencia le importaba eso. Sólo se elevaban informes cuando había reuniones de tres o màs personas en una casa. Sonrió al pensar que al menos no era suyo.

-No, pertenece al pueblo.

Y esta vez lo dijo en voz alta y mirando hacia todos lados. Pensaba (erróneamente) que nadie lo estaba vigilando. Hizo la venia militar.

Los gatos, los gatos. Mentirosos. Hipócritas. Además era el mismo partido que había apoyado a Hitler en la segunda guerra. Ahora, claro.. la gente se moría de hambre y me acuerdo hace casi doce o trece.. años. Sí, si. “Agentes de la reacción enfervorizan al gentío y la masa lumpen pidiendo algo de comida en los almacenes del pueblo.” Nunca ningún agente, entonces. Claro, obvio, lógico.. Si, eso. Entonces que la gente se coma los gatos era inevitable. Y el partido se ocupo de eso y la noticia.. No, si ya hay gente que ni se acuerda. Y los que se acuerdan, no les importa.

Se asomó a su biblioteca. Partituras de Bethoveen, Mozart. Libros como “Escropenia ante al mundo”, “Toda la historia de Gerx”, “Gerx y la realidad”, “Historia científica y cultural de Europa”, “Táctica y estrategia del movimiento revolucionario”, “La muerte de la religión ante el materialismo y el positivismo”, “Muerte de la plusvalía y democratización económica”; entre muchos otros. Habría algún que otro libro “occidentalizante” de Russell o Shaw. Tal vez Solyenitzin o hasta García Márquez.

Gerx era protestante. Sí, Gerx era un genio. Pero era creyente. Pero el alguna vez fue creyente y no era menos gerxiano por ello. De hecho, aunque el partido sabía que Gerx era protestante, ¿y tiene eso algo de malo? Era muy simple: su abuelo le había explicado que existían dos clases de personas. Las buenas y las malas. Pero en realidad solo pensaba en su padre, que había muerto dos meses atrás.

-Bueno, he vivido toda mi vida encerrado en estas paredes.

En realidad, había vivido allí màs de quince años cuando el partido “como músico honorable”, se lo había otorgado. Después de lo que llamaron una descompesación emocional, cambiaron las cosas. Y ahora, tenía que trabajar muchas horas màs para poder mantener esto. Algo tan pequeño, que sin embargo, el sabía que era deseado por màs del 90% de la población.

Salió de su casa. Las paredes estaban gastadas y la pintura envejicida. La pared parecía sufrir como un organismo vivo en cada uno de sus ángulos una humedad y un frío intensos. Bajo las descoloridas y derruidas escaleras de madera con mucho cuidado. Crujían cada vez más con el paso del tiempo. Incluso el temía que no resistieran su peso. Estas escaleras le parecía una metáfora del estado de su alma. O quizás eran una parte de ella.

Y cuando salió de su hogar le parecía que hacía mucho frío.

La nieve le impedía ver bien. De hecho, solo veía oscuridad y nieve. Y la soledad se iba haciendo inmensa. Imposible de alcanzar con palabras. Comenzó a caminar. Lo primero que pensó fue en un prostíbulo. Descartó esa posibilidad por falta de dinero. Instantáneamente, recordó a su primera y regordeta novia. ¿Qué había pasado? Pero eso fue hace más de quince años. Segundos más tarde, pensó en dirigirse a un bar a tomar alcochol.

Y ahora, ¿qué? Pensó en las pastillas que conseguía en el mercado negro. Un desvencijado y maltratado consultoria kinesiológico. Encima esos antidepresivos (que nunca conseguía la misma marca o los mismos miligramos) lo hacían más sensible a la bebida.

La cabeza y los recuerdos se le encimaban. No tenía manera o modo de abarcarlos a todos. Su cerebro se iba armando o desarmando como un rompecabezas al pensar en su abuela y su padre muertos recientemente. Como esas aburridas películas que siempre tenían el visto bueno del partido. Mientras tanto, no dejaba de caminar. Una, dos o tres cuadras. En determinado momento perdió la cuenta. Aceleraba el paso de a poco, pero constantemente.

Llegó a la estación de trenes. A veinte cuadras de su casa. Ahora estaba algo más tranquilo y resignado. Pensó que la vida no valía nada. Pero no solo la suya. Y además, nada tenía sentido.

Se dejo caer al piso. La nieve lo iría cubriendo otorgándole paz; o por lo menos, la muerte. A pesar de ser ateo, en ese momento le pidió una señal a Dios.

Un gato pasó a su lado.

Sonrió.

miércoles, 24 de octubre de 2007

Bienvenidos a Nuestro Su Lugar

Hola ola boba.
Hola bola loba.
Hola que tal.
Venimos del norte y no venimos de visitas.
Hola, venimos a quedarnos.
Hola. Le dije que nosotros nos vinimos a quedar con todo.
En nombre de la democracia y el libre comercio: ¿Cuánto cuesta su mujer?
¿Y porque su hijo también?
Lo entiendo.
Pero mire si hubiéramos matado a Lenin o a Jesús de chiquitos.
Comunistas de mierda.
No, comunistas no.
Eso no existe más.
Son terroristas.
No son como ese gran pensador que dijo “que debemos hacerle al otro todo lo que podamos y queramos hacerle.”
O “hacerle todo lo que el prójimo nos haría si estuviera en nuestro lugar.”
¿Nuestro lugar dije?
Si, ahora es nuestro.
Aunque usted no se incluye en nosotros.
Porque siempre pensamos en usted.
¿Qué el fin no justifica….. ?
El fin, el fin
Denos su vida.
Nosotros somos el medio.
Y el petróleo para los Uniformados Soberanos Asesinos de América.
No, no, hay que entender la economía.
Lo suyoEs mío, y lo mío (¿Que alguna vez fue suyo?) le va a costar el doble.
Le estamos brindando un servicio.
Trajimos carne y tomate.
Tomatelas.
Toma telas.
Le trajimos el trapo y las estrellitas, el trapo y las bandas rojas y blancas con otro poco de azul para saber a que hora se levante, se acuesta, se arregla, se orina y se autorecrimina.
Porque pensamos en usted.
Y pensamos por usted.
Y deme más, pague ya, deme el gas.
Tome este celular para comunicarse con la nada.
O para llamar a su familia cuando empecemos a tirar las bombas.