martes, 25 de marzo de 2008

CAPÏTULO UNO (segunda parte

En ese momento el mundo se hundió para Ernesto. O quizás el sentía que se hundía en las profundidades de un mundo en el que no valía la pena vivir. Recordó sus dos úlnicas novias en un mundo en el que el sexo para los jóvenes de su edad era casi tan fácil como tomar una birra. Pero a el no le gustaba la cerveza. El prefería el té. ¿Cuánto tarda uno en tomar un té? Y además no daña al organismo. Una cerveza la toma cualquiera y se comparte con cualquier. Pero no quiero que se malinterprete la metáfora, porque a el le gustaban mucho las mujeres. Pero no quería una pequeña aventura y quedar enamorado como un tarado de alguien que no valiera la pena.
Hay que ser justo y resaltar el estado anímico de Ernesto M. Recurría dia por medio al consumo de ansilíticos. A su padre lo veía dos o tres veces al año. Solo cuando la circunstancias lo exigían. Era lo que el había anhelado desde muy pequeño. Pero ahora, ahora que ocurría esto que tanto deseaba en el fondo se sentía algo vacío. Es que… ¿está mal esperar algo así como un gesto de grandeza y reconciliación (aunque nunca hubieran peleado) de su propio padre? De a ratos se sentía un sorete fresquito y recién cagado. Y a usted lector: ¿le gusta tocar, oler, o estar cerca de la mierda recién sacada y humeante?
La reunión en la casa de Jorge, terminó al voleo como solía ocurrir casi todos los sábados. Esta vez (era raro) Ernesto M. fue el último en irse. Y tenía un motivo para hacerlo.
E.M.: yo quería hablarte de algo. Igual, en un rato ya me voy.
J.F.: No, dale decime. ¿Querés tomar algo?
E.M.: ¿Algo más todavía?
J.F.: En serio, ¿de que querías hablarme?
E.M.: Del trabajo, bah.. del sueldo.
J.F.: ¿Qué no te pagaron, te lo bajaron?
E.M.: Me pagaron y no me lo bajaron. Bah, por lo menos me aumentaron veinte pesos cuando empezó el año.
J.F: Eso, hay que ser positivo.
Pero no es un chiste. El diálogo se iba produciendo de este modo y Jorge estaba convencido de lo que decía. Ernesto se sentía ultrajado. Le costaba no reaccionar de mala manera.
E.M.: No, cobro muy poco.
J.F.: ¿Y con quién hablaste?
E.M.: Con recursos humanos. En Diciembre del año pasado habían prometido un aumento de 200, en Enero de 100 y bueno ahora estos 20.
J.F. : Si están todos boludeando, habla con el jefe.
E.M.: Con el jefe no puedo.
Es que el muy cabrón de Vicente Osvaldo Rozi, no permitía (previa orden dada a sus tres secretarias) que nadie se le acercara a hacerle ningún tipo de reclamo. Hacía más de un año habían bajado todos los sueldos del personal contratado. Ernesto M comenzaba a sentirse más disconforme con Fenández. Es que lo que de a poco iba a ir entendiendo es que “Don Fernández” en última instancia era prácticamente igual a su jefe. Por favor, mátices y anécdotas al margen.
J.F.: Y decime Ernestito, ¿vos cuanto cobrás?
E.M.: Yo, eh… 690 pesos.
J.F.: Eso es una mierda. ¿Pero vos que hacés?
E.M. : Yo, trabajar.
J.F. : Por supuesto, pero además de trabajar.
Eso era lo que más detestaba Ernesto M.- Simplemente sentía que estaba hablando con Vito Corleone. ¿Es que no cobraba un sueldo por trabajar? ¿Qué se suponía que tenía que hacer?
E.M.: No sé, no te entiendo.
J.F.: Me imagino que no está solo tu jefe como superior. Y además creo que vos estás mucho más preparado que algunos que ganan más que vos y ocupan algún cargo jerárquico.
Y esa manera tan particular (¿tal vez sin darse cuenta?) que tenía Jorge de humillar a los demás. O ese modo de intentar explicarlo todo con teorías erróneas, o premisas verdaderas; pero con conclusiones siempre falsas. Pero Ernesto M. estaba siendo muy terminante e injusto con alguien que alguna vez lo había ayudado. Pensemos que alguien tenía que tener la culpa de que Ernesto M. fuera un infeliz.
Iba caminando hacia su casa, posando sus ojos en alguna nalga inocente (o no tanto) o en un pecho escandaloso (o no tanto). Poseía un dolor interno casi desgarrador. No podía vivir de ese modo. No podía sentirse así. ¿Cuánto tiempo más tendría que soportar esa angustia? ¿Quién lo entendía? ¿Quién lo querría?
Quien no podía imaginar como se sentía Ernesto era Jorge. Para quien, justamente y a pesar de su juventud, era un pajero viejo. Don Jorge, se sentaría en un sillón como un burgués y sus tres hijos comodamente a v ver alguna película, mientras su esposa le preparaba la cena. Y no podía dejar de pensar el día en el que conoció al joven Ernesto. Todavía por esa época la madre de Ernesto M., Mónica esta perdidamente enamorada de Fernández. Fue en un local de la calle Moreno, pero voy a ser discreto y me reservo el resto de los datos.
¿Qué tal, este es tu hijo?
Sí.
Pero.. ¿Cuántos años tenés?
Doce, señor.
Guau. No, el señor está en el cielo, yo soy Jorge. Parecés mayor.
Sí, todo el tiempo me lo dicen.
Y era en esa incipiente democracia donde empezó a militar Ernesto M. Pero no pasaron muchos años más para que se transformara en un marxista con todas las letras. Pero seguía militando en ese partido. Y a veces, tenía miedo en ser como Jorge, o ser como su padre. A veces tenía miedo de ser. A veces, simplemente sentía miedo.
Lo que recordaba Jorge de Ernesto era un chico algo uraño y muy sensible. Fanático hasta la locura de San Lorenzo. Lo veía muy frágil. Y aunque para Ernesto nunca fuera algo claro, Jorge lo veía como a un hijo. Sentía tantas responsabilidades por este chico que hasta lo llevaba a ver a Boca casi tanto como a sus propios hijos. Lo más notable es el odio que venía incubando y el resentimiento hacia Fenández que Ernesto sentía databa de años. De hecho, ahora que no era un adolescente, lo veía como un hipócrita, mentiroso. Defensor de la Iglesia, la sociedad rural, los militares y otras sociedades retrogradas. ¿Y se decía a si mismo comunista? ¿y cuál era el problema si había tantos putos en las calles de Buenos Aires? ¿La culpa del mal funcionamiento del mundo era de las mujeres? Simplemente, sentía asco y odio. También impotencia por la diferencia de poder, clase y dinero. Creía que Jorge sentía que el debía rendirle pleistecia por haberlo conseguido un trabajo de dos mangos. ¿Pero a cuántos tipos con juicios por corrupción había acomodado con jugosos sueldos? Desde que tenía memoria lo recordaba como un tipo que contestaba una pregunta con otra pregunta, un tipo que siempre tenía razón. Que si no tenía razón, buscaba una chicana o un elemento lateral para desviar el tema. Aunque lo peor (para Ernesto M.) de todo era cuando recurría al chiste fácil y/o la humillación.
Mediante algún servicio en el ínterin, Fernández le había prometido a Mónica conseguirle un trabajo a su hijo cuando creciera. Para que pudiera estudiar mientras tanto. Pero en ese mientras tanto, Argentina estaba desapa- reciendo.
¿Qué hacés Ernesto?
Que hacés ma.
¿Hablaste con Jorge?
Sí, por supuesto.
¿Qué te dijo?
Ya sabés.
¿Pero,, escúchame? ¿¡Sos tarado o te hacés?!
Me dio a entender que tendría que hablar con alguien, que acomodarme con alguno.
¿Y el para que está? Ahora lo llamo.
¡No, no! Tenés razón, el esta para eso. Pero desde ahora en más no le pido más nada.

10 comentarios:

Claude dijo...

“Y a usted lector: ¿le gusta tocar, oler, o estar cerca de la mierda recién sacada y humeante?”. No, gracias, paso, pero igual no dejes de narrar cómo es.
Pobre Ernesto, es verdaderamente un desdichado. Que se vengue. Tiene que hacerse terrorista o algo así.

Cooper dijo...

JEAN PAUL:
SABE QUÉ??.
HASTA QUE TERMINE LA NOVELA NO SE PUEDE EMITIR OPINIÓN.
LAS SENSACIONES, TODOS LAS HEMOS SENTIDO EN ALGÚN MOMENTO DE NUESTRAS VIDAS.
SI HAY UN VERDADERO ACTO DE VENGANZA O TERRORISMO PARA ESA GENTE ES QUE ERNESTO SEA FELIZ.
SALUDOS.

Anónimo dijo...

yan pol: me gustó el párrafo del miedo, va bien pero si ya la tienes por que no la pones mas seguido? sugerencia nomás, me identifico con ernesto, no por su historia pero si por su personalidad...será? que momento tan incómodo esta viviendo ahora...
besosssss, me gusta mucho.

Anónimo dijo...

me gusta, va cobrando forma..
pasá a ver la humilde publicidad en La Voz...
abrazo, maestro

Nicolás Lucca dijo...

Esto se esta poniendo lindo.

Menos mal que no acepte leer los adelantos.

Coincido en que habría que acelerar las entregas, aunque la semana pasada fue excepcional por tener tan solo 3 dias habiles.

Jean Paul dijo...

Bueno, ya que hay tanta gente e insistencia voy a hacer como el gobierno nacional. NO LE DOY BOLA A NADIE Y HAGO LO QUE SE ME CANTA. Señores a partir de ahora, los capítulos los publico enteros.
Gracias por su tiempo.

Anónimo dijo...

ehhhhh!!!!!

Detective de mascotas dijo...

Jipi Comunista

Claude dijo...

Está bien, estimado Jean Paul, me limitaré a los interrogantes.

Jean Paul dijo...

Jaja, les gusta el rock -let there be rock de acdc- decía Bon Scott que le había plagiado a Piti un tema en el 71', algunos años antes que naciera ese aborto humano-pseudo musical.
¿Les gusta la novela?
Gracias por pasarse.